2019 era el futuro.
En la adaptación fílmica de la novela Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas (1968) de Philip K. Dick
(1928-1982), titulada Blade Runner
(Ridley Scott, 1982) el primer fotograma nos situaba en el año 2019 en la
ciudad de Los Ángeles. Se nos prometía un mundo lleno de autos voladores,
replicantes (autómatas que parecen mas humanos que los humanos), videófonos,
mucha lluvia y mucha sobrepoblación. Al pasar las escenas se veían cables por
doquier, mucho neón en los locales, replicas de animales, vida en las colonias;
en todo sentido un alucinante pesimismo que me engancho por completo a la
ciencia ficción.
Es el 2019 y lo que mostraba la película solo atino a la sobrepoblación
y el cambio climático, el resto esta aun en vísperas de desarrollo. Retomando
el filme Blade Runner (1982), el
director Ridley Scott se valió del diseñador Syd Mead para crear esa atmosfera
cyberpunk, Mead no solo los dibujo, los fabrico a escala real con plena
funcionalidad, lo particular del asunto es que el diseño de información quedaba
en segundo plano, una capa mas dentro de un palimpsesto urbano que no recordaba
su historia y tampoco tenia claro su futuro.
En fin, así las cosas, el diseño de información gano
relevancia tanto en los filmes como en las historias de ciencia ficción,
incluso el lector ya no puede distinguir si se trata de un mundo imaginario proyectado
años luz o es la realidad misma que vivimos. Debo mencionar al escritor y
visionario británico John Brunner (1934-1995) con su novela Todos Sobre Zanzíbar (1968). La historia
se situaba en el 2010, se hablaba de un mundo conectado a una red de
información, mas pendiente de los contenidos mediáticos y afrontando una crisis
social a causa de la sobrepoblación. La inspiración de Brunner fue el revelador
ensayo de Alvin Toffler El Shock del Futuro (1965). Toffler, reconocido futurólogo,
plantaba las problemáticas que para nosotros hoy son tan habituales que les
restamos importancia, entre ellas la manipulación mediática y el excesivo uso
de dispositivos que regulan nuestras practicas cotidianas.
Definir el termino nos lleva al latín futūrus, aquello que está por venir (por eso, porvenir es sinónimo
de futuro). En una hipotética línea del tiempo, el pasado se encuentra detrás
del presente (es lo que ya sucedió), mientras que el futuro aparece adelante
(todavía no ha sucedido). Es una conjetura que puede ser calculada, especulada,
teorizada o anticipada de acuerdo a los datos que se tienen un momento
concreto. Por ejemplo: las condiciones meteorológicas (presencia de nubes,
viento, condiciones de humedad) permiten pronosticar que, en las próximas
horas, se producirán precipitaciones. Es decir, puede anticiparse que en el
futuro cercano lloverá. Sin embargo, el futuro nunca puede ser pronosticado con
exactitud. Acorde a esto, si queremos saber nuestro futuro debemos recopilar,
analizar, seleccionar y presentar los datos necesarios que nos ayuden a tomar
las mejores decisiones para los que vienen detrás, de nosotros depende que esa visión
pesimista de Blade Runner cambie para
bien.
2019 es ahora el presente.