Vivimos en una realidad que ha sido moldeada por el diseño. Los
productos que compramos, que leemos, que consumimos y que,
lastimosamente, desechamos han pasado por el quirófano del diseño. Hemos
aprendido a naturalizar todo aquello que edifica nuestro andar, nuestra
percepción y nuestra autonomía. Parece que el ojo, a diferencia de los
demás sentidos, se ha empoderado en los planes industriales y
mercantiles, la publicidad misma lo alimenta con deseos innecesarios,
fagocitando todo a su paso. También es cierto que nuestra realidad es
cada vez mas acelerada, su vida útil es efímera, nada puede detener el
apabullante paso del tiempo-consumo. En resumidas cuentas, el diseño ha
sido moldeado no solo por los intereses mercantiles, también por las
llamadas tendencias que vienen y van en la repetición histórica y sus
sutiles variantes. La rueda gira, la desinformación crece, la
superficialidad se reproduce y el gusto ya no discierne con la misma
objetividad; lo que nos conduce a una sociedad en permanente entropía.
Ante
esta patología solo existe una cura: estar bien informado. Pero ahí
viene la sospecha que cierne a unos pocos ¿qué significa estar bien
informado cuando los medios mismos son superficiales y sus contenidos
caducan en el instante mismo que se presentan? Sin lugar a dudas
nuestras mentes están capacitadas para reconocer los patrones,
organizarlos, tabularlos y encontrarles un sentido según nuestros
requerimientos, siempre miramos a la luz de una pregunta, por mas
elemental que esta sea. De cierto modo habrá que preguntarnos ¿cuál será
la estrategia y las tácticas que ayuden a combatir ese estado
entrópico? ¿es el diseño de información la salida que cuestiona o la
entrada que reproduce el orden establecido? Quizás la respuesta habite
en cada dispositivo, post, trino o correo que enviamos, asistiendo a una
muerte en el sentido simbólico de la autonomía, la creatividad y la
espontaneidad; nuestras mente y energía parecen pertenecerle a la
tendencia, a la caducidad acelerada y a lo efímero.
En los
términos descritos anteriormente, se nos revelan las claves que han
potenciado el desarrollo de lo que conocemos como visualización de
datos, grafica diagramático, esquemática, imagen didáctica e infografía.
Todo un repertorio de herramientas que nos permiten navegar, modificar y
cuestionar los signos, los patrones y las relaciones que han tejido
nuestras acciones, inmersos en la cotidianidad misma de las funciones y
las formas.
Bien lo dijo hace mas de un siglo el arquitecto
Louis Sullivan en su artículo, titulado “El Edificio Alto de Oficinas
Artísticamente Considerado.” afirma algunas ideas innovadoras para su
momento como: todas las cosas en la naturaleza tienen una forma que
expresa su vida interior y cuando se analizan revelan la "esencia de las
cosas… Cuando la función no cambia, la forma no cambia… Es la ley que impregna todas las cosas… La forma siempre sigue a la función….
Es la ley. Lo que existe en el espíritu busca y encuentra siempre su
contraparte en la forma, su imagen visible". Esta frase “de camiseta” es
una excusa valida para plantear una reflexión que nos lleve a pensar
sobre la razón del diseño – nuestro interés por antonomasia – y lo que
representa este en una línea de pensamiento unidireccional, racional y
univoco como el que promueve el orden global. La frase en si misma
produce una tensión que valdría la pena revisar precisamente en la
manera que usa los términos forma y función, dos palabras
derivadas en campos opuestos de la ciencia: la biología y la psicología
¿cómo puede ser factible una armonía tan apacible y natural entre estos?
En lo que si coinciden es en que son producto de la mayor tecnología
que ha producido el ser humano: el lenguaje.